Original publicado en la revista Basket Fem. Julio 2014
He
tenido la enorme suerte de encontrarme con el vídeo de la
conferencia que Francis Tomé (@francistome), entrenador del Clínicas
Rincón de Málaga, ofreció recientemente en el II Clinic “Ciudad
de Palos” sobre el tema “El entrenador de formación”. En la
conferencia, que recomiendo vivamente a todos los lectores y lectoras
que se dedican al noble oficio de educar – sean padres,
entrenadoras o maestros – , Tomé hace balance de su trayectoria
al frente del equipo LEB Oro y dice dos cosas que invitan a la
reflexión:
1ª)
Que él es un entrenador de formación inmerso en una liga
superprofesionalizada. Por eso, a diferencia de sus rivales, lo que
persigue principalmente no son las victorias sino mejorar
individualmente a cada uno de los jugadores que entrena. Nada más
gratificante para él que verlos ascender al primer equipo o firmar
contratos con clubes de la élite, aunque esto haya supuesto, semana
sí y semana también, no poder contar ad maiorem exercitator
gloriam con las piezas más valiosas del vestuario.
2º)
Que lo anterior, en ningún caso, significa que renuncie a ganar. Al
contrario, su objetivo es la victoria, pero se obliga a conseguirla
con el menos talentoso de sus jugadores en pista y haciendo lo que es
mejor para la evolución de ese chico. Además, está convencido de
que el equipo crecerá de esa manera.
Es
una lástima no haber dispuesto de esta conferencia antes de que las
oscuras golondrinas de la evaluación anidaran un curso más en
nuestros centros educativos. Me
habría encantado, por ejemplo, que se hubiesen escuchado las
palabras de Francis en el claustro final de mi Instituto, en el
preciso momento en el que, a propósito de los diecisiete suspensos
cosechados en selectividad, la directora dejaba caer solapadamente
que no tiene sentido competir en la arena de la excelencia académica
con los peores estudiantes y que, por tanto, esos diecisiete cateados
nunca deberían haber sido propuestos para examen.
Admiro
a los maestros que se empeñan en romper las cadenas que anudan el
destino de sus alumnos. Es una especie en peligro de extinción la de
los educadores que interpretan su labor como una guerra abierta
contra el fatum
que reserva para los menos favorecidos un futuro de papeles
subalternos cuando no sencillamente trágicos. Debería ser una
especie protegida la de los maestros y maestras que entienden que en
un sistema selectivo tendrían mayor éxito quienes necesitan en
menor medida de su esfuerzo como educadores, pero fracasarían
quienes más requieren de su ayuda para enfrentarse a las
arbitrariedades de una fortuna que los colocó varios metros alejados
de la linea de salida. A esa rara especie de educadoras y educadores
que profundamente admiro y abiertamente envidio pertenecen los
entrenadores y entrenadoras de formación que, como insinúa Francis,
saben que quitarse de encima a las peores jugadoras puede mejorar el
rendimiento puntual de su equipo o engordar el palmarés de su club,
pero a costa de dilapidar el capital deportivo de una comunidad,
porque éste no se mide por el talento que atesora la primera de sus
deportistas sino por el que posee la última.
Escuchar
a Francis Tomé hablando del orgullo que se siente al poder ayudar a
un chaval enamorado del baloncesto a convertirse en la mejor versión
de sí mismo, verlo proclamar la suerte que tiene de aprender de sus
chicos cada día, de crecer junto a ellos como persona y como
entrenador, me hace confiar en que aún queden islas con playas color
de azafrán y me ayuda a espantar dudas existenciales sobre el
alcance de mi trabajo como maestro y entrenador. Con sus palabras
cierro por vacaciones. Que los dioses de la paideia
nos permitan la próxima temporada, el próximo curso, estar a la
altura de nuestra tarea y seguir gozando con ella.
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