lunes, 25 de julio de 2011

UNA PROPUESTA DE CALIDAD PARA OTRA ESCUELA POSIBLE

En el año 2001 se funda REMA (Renovación Educativa Malagueña), un colectivo que pretendió aglutinar a los principales movimientos de renovación pedagógica de Málaga y en el que igualmente nos integramos maestros, profesores y estudiantes de todas las etapas educativas. Su vida como comunidad para la creación de propuestas educativas renovadoras fue muy corta, quizás porque nos empeñamos en atender más a las ideas que a la praxis. En cualquier caso, y aunque sólo sea porque nos dejamos no pocas energías en el empeño colectivo de concebirlas, parirlas y difundirlas, no me resigno a que duerman el eterno sueño de los justos y hoy las rescato de mi baúl. Este es el Manifiesto que REMA trasladó a la sociedad sobre un nuevo modelo de Escuela en el que algunos  seguimos creyendo.

Málaga , Junio de 2002

Nos encontramos inmersos en un intenso debate acerca del futuro de la enseñanza como consecuencia de la presentación política y la posterior entrada en el parlamento de la Ley de Calidad. Un cambio legislativo de tal magnitud hubiera requerido, antes de su elaboración y divulgación definitivas, un tiempo razonable de análisis, reflexión y discusión públicos sobre sus contenidos. Cualquier gobierno con cierto aliento democrático habría procedido con ese mínimo esquema formal. La asociación pedagógica REMA desea hacer explícito, al hilo de la polémica ley, su compromiso con la mejora de la educación y de la escuela pública exponiendo un conjunto de propuestas encaminadas al desarrollo educativo, cultural y social de los centros escolares. Nuestro compromiso con la escuela pública nos lleva a manifestar que ésta es la única que puede garantizar una enseñanza plural, diversificada y democrática, lo que explícitamente significa que demandamos que con el dinero de todos se financie una enseñanza para todos y que la pluralidad dentro de los propios centros educativos sustituya a la competitividad como criterio de calidad. Financiar con capital público la enseñanza privada y confesional, así como convertir en oferta única y pública tanto la educación estatal como la privada, supone violentar los principios que regulan la vida de una sociedad que se declara democrática, laica y pluralista.
Las propuestas que a continuación se detallan no deben entenderse como prescripciones de obligado cumplimiento para todos los centros ni como recetas pedagógicas para la innovación. Su esencial cometido es reclamar de los poderes públicos la asistencia necesaria para que todas aquellas iniciativas profesionales que persigan en la escuela la integración cultural, la participación democrática, la igualdad de oportunidades y la justicia social reciban los medios humanos y materiales precisos, se conviertan en referentes didácticos de atención prioritaria y se les concedan los ajustes organizativos y curriculares que requieran. Demandamos, pues, amparo y cobertura para aquellas experiencias verdaderamente comprometidas con un cambio educativo esencial, así como la supresión de las trabas burocráticas que puedan lastrar su desarrollo.

ORGANIZACIÓN Y GESTIÓN DE LOS CENTROS DOCENTES

Participación


  • El centro escolar es un espacio educativo que ha de plasmar y ejemplificar el modelo democrático de funcionamiento, participación y convivencia. La escuela debe ser una organización democrática y su actividad debe estar intencionadamente orientada a los valores políticos, culturales y morales que definen una sociedad democrática: se aprende lo que se vive.
  • La instauración de un modo de vida democrático en la escuela supone la participación de toda la comunidad escolar en todos los asuntos que son propios de ella: desde el diseño del currículo hasta la gestión económica, desde la organización de la jornada escolar hasta la gestión de sus espacios, desde la elaboración y difusión de la información hasta la organización de los festejos y celebraciones.
  • Profesorado, alumnado y familias deben disfrutar de plenos derechos ciudadanos (asociación, reunión, expresión, deliberación, elección, decisión, etc.) en condiciones de igualdad. Más que a vivir en democracia, en los centros escolares actuales se enseña a los jóvenes el poder de las jerarquías y el camino que han de recorrer para alcanzar su lugar en ellas.
  • El principio político de la representatividad no garantiza un funcionamiento democrático pleno y profundo de los centros educativos. Para el buen funcionamiento de éstos no es necesario recurrir a la cesión de las que son siempre competencias de la comunidad escolar a personas u órganos interpuestos. La delegación de poderes (delegados de curso, consejeros escolares, equipos técnicos, etc.) responde a un modelo formalista de democracia que limita la intervención, la decisión y la responsabilidad compartidas.
  • Se propone, por tanto, que se amplíe significativamente el ámbito de influencia de los integrantes de la comunidad educativa mediante:
    • La constitución de asambleas y comisiones (de gestión y decisión, de trabajo, de estudio, informativas...) con su correspondiente dotación de tiempos y espacios.
    • La creación de asociaciones de estudiantes y de padres/madres en el interior de los centros.
    • La habilitación de fórmulas para la libre expresión y difusión de las reivindicaciones, críticas y propuestas del alumnado y las familias (publicaciones periódicas, paneles informativos, emisoras de radio...).
    • La intervención del alumnado y las familias en la evaluación de la enseñanza y del aprendizaje.
    • La creación de la figura del defensor o defensora del alumnado (dotada de funciones, competencias, medios materiales y garantías legales para el desempeño de su labor).
    • La institución de consultas y referendos como cauces de expresión de la voluntad de la comunidad.

GESTIÓN


  • Las tareas de administración y gestión, las de representación y relaciones humanas, las curriculares y organizativas, esto es, las que en la actualidad son propias de la función directiva, no deben dejar de ser competencia de toda la comunidad escolar. Es a ella a la que compete y corresponde, a través de medios adecuados de interlocución democrática, la responsabilidad de lo que ocurre en un centro escolar.
  • La corresponsabilización democrática de un centro puede concretarse – entre otras fórmulas – en la creación de equipos de gestión, grupos de decisión constituidos por profesores y profesoras, estudiantes, familias y personal de administración y servicios que, distribuidos por áreas y sin otro protocolo que el diálogo y el consenso, se encargarían de actividades como:
    • Impulsar las iniciativas de la comunidad escolar.
    • Facilitar la base estructural, los recursos y el estímulo intelectual necesario para que dichas iniciativas se lleven a la práctica.
    • Identificar temas para la reflexión colectiva.
    • Estudiar las reivindicaciones y las demandas de los distintos sectores de la comunidad.
    • Hacer propuestas de mejora en el funcionamiento del centro en todas las áreas.
    • Organizar el día a día del centro.
    • Transmitir la información a la comunidad escolar.
    • Poner en marcha los mecanismos democráticos necesarios para que las propuestas obtengan el refrendo directo de la comunidad.
    • Administración de los recursos del centro.
  • La gestión de un centro no es un asunto de formación específica, selección, acreditación y regulación. La gestión democrática de la escuela implica el compromiso por parte de todos los sectores de la comunidad y supone también la delegación de las tareas meramente burocráticas (control de pedidos, generación de horarios, confección de memorandos administrativos, control de mantenimiento...) a técnicos administrativos que actuarían bajo la supervisión de los equipos de gestión.

JORNADA ESCOLAR



En el concepto de jornada escolar deben distinguirse tres tipos de jornada que no tienen ninguna necesidad de coincidir: la jornada del centro, la del alumnado y la del profesorado.

  • Jornada del centro:
    • Debe ser tan amplia como para permitir que ninguna actividad escolar relevante para la formación integral del alumnado deje de realizarse o se convierta en meramente testimonial por falta de tiempo para su desarrollo. Por ello, la jornada escolar del centro debe ser prolongada y continua.
    • El centro escolar debe ser responsable de todas sus iniciativas e involucrar a todo el personal que las realiza en el diseño, concreción y evaluación de las mismas. Ello quiere decir que ninguna actividad escolar en un centro público debe quedar en manos de la iniciativa privada.
  • Jornada del alumnado:
    • El tiempo que el alumnado permanece en la escuela debe ser considerado responsabilidad del centro y todas las actividades que allí realice deben ser consideradas actividades escolares.
    • La duración de la jornada de cada estudiante no tiene por qué ser la misma que la de todos los demás. La jornada de cada estudiante puede variar de unos casos a otros en función de las necesidades e intereses personales y de las condiciones de las actividades escolares en las que se involucre. La distribución de la jornada de cada estudiante puede flexibilizarse teniendo en cuenta las demandas de las experiencias escolares en las que se implique.
    • Aunque debe establecerse un mínimo de tiempo de permanencia de los alumnos en el centro, éste puede ser flexible y variable en función de necesidades e intereses curriculares. La permanencia más o menos prolongada de un alumno o de una alumna en la escuela no se puede considerar un premio o un castigo ni una fórmula para reforzar aprendizajes.
    • Son las actividades escolares y los centros de interés, no las disciplinas, las que deben constituir el eje de la distribución del tiempo escolar. Ellas serán las que determinen su desarrollo más o menos prolongado o intensivo. Cualquier distribución y organización horaria será siempre provisional, flexible y emergente según las características y funcionamiento de las actividades escolares.
    • Resulta esencial que en la jornada escolar del alumnado se pueda disfrutar de un mayor tiempo destinado al descanso y a las relaciones humanas no programadas con espacios adecuados para estos fines (salas de alumnos, lugares de ocio compartido, biblioteca y salas de juego...).
  • Jornada del profesorado:
    • La jornada del profesorado debe diseñarse en función de la del alumnado (en la actualidad sucede lo contrario). Ello no quiere decir que el profesorado deba permanecer en el centro el mismo tiempo y en los mismos momentos que el alumnado.
    • La jornada laboral del profesorado debe desarrollarse por completo dentro del centro y, por tanto, quedar siempre ligada a algún tipo de actividad escolar (no es preciso recordar que actividad escolar no significa siempre dar clase).

AGRUPAMIENTOS


  • El criterio para el establecimiento de los grupos de alumnos y alumnas debe ser el de las actividades escolares, no el de la edad ni, en ningún caso, el de los rendimientos. Los grupos deben ser flexibles, temporales y circunstanciales, y estar constituidos por estudiantes de distintas edades y distintos niveles de conocimientos y habilidades.
  • La implicación en una determinada actividad escolar es el criterio de permanencia y pertenencia a un grupo escolar. Ello quiere decir que una actividad se abandona cuando se comprueba que deja de aportar elementos significativos para la formación personal del estudiante, por lo que éste quedaría ligado a otra actividad escolar y por tanto a otro grupo.
  • El funcionamiento del centro en torno a las actividades educativas implica rechazar la organización de éste por grupos de edades, rendimiento e itinerarios curriculares paralelos (los itinerarios nunca son académica y socialmente equivalentes). Ello permite:
    • Que los estudiantes de distintas edades y capacidades puedan aprender juntos y ayudarse mutuamente.
    • Que cada alumno y cada alumna pueda seguir un ritmo de aprendizaje personal.
    • Evitar las injustas e ineficaces concentraciones de estudiantes con alguna característica problemática.
    • Eliminar selecciones y filtros académicos y sociales, así como potenciar la promoción continua de todo el alumnado.
    • Que varios profesores o profesoras puedan trabajar juntos en torno a la misma actividad y puedan atender simultáneamente al mismo grupo de estudiantes.
    • La movilidad espacial, la presencia simultánea del alumnado de un mismo grupo en espacios diferentes y la utilización concurrente de medios diversos.
    • El uso de medios culturales con los que los estudiantes están en contacto cotidianamente (cine, música, televisión, prensa, revistas, publicidad, Internet).

EL CURRÍCULO


  • El principio de la comprensividad es una conquista social irrenunciable. Todos los estudiantes deben tener la posibilidad de disfrutar en la escuela – en igualdad de condiciones y oportunidades – de experiencias culturales compartidas que les permitan comprender críticamente la sociedad en la que viven e intervenir lúcida y creativamente en su transformación.
  • El currículo nacional debe ser sólo un principio marco que no tiene que descender al desarrollo detallado de temáticas. El currículo es un problema de naturaleza pedagógica que debe resolver cada centro educativo.
  • El currículo escolar en la educación obligatoria no debe consistir en la distribución y ordenación horarias secuenciadas de disciplinas científicas que funcionan con lógicas independientes y aisladas. El currículo escolar debe ser un currículo de experiencias y actividades escolares elegidas por su relevancia cultural. Es la relevancia cultural de las experiencias la que debe prevalecer en la organización curricular, no la perspectiva disciplinar ni su poder académico-organizativo-social.
  • El eje de la organización curricular y administrativa no debe ser, por tanto, el departamental. Son los equipos docentes y no los departamentos los que deben constituir los núcleos organizativos esenciales. Ellos son los que trabajan conjuntamente y atienden a los estudiantes en formas diversas en función de las tareas propuestas.
  • El propósito del currículo no es proporcionar información al alumnado, sino dar sentido y significado a la información, al conocimiento (qué está sucediendo a mi alrededor). El conocimiento no es un fin en sí mismo, sino un medio para comprender, enriquecer, vivir (mejor) y transformar la vida. El currículo debe entenderse como un conjunto de experiencias elaboradas en un marco compartido y colaborativo que debe servir como proceso de investigación y reflexión para el alumnado y el profesorado.

LA EVALUACIÓN


  • Las funciones que actualmente cumple la escuela como institución social pueden sintetizarse en dos:
  1. La formación de personas y ciudadanos: instrucción, socialización y educación de los estudiantes. Esta función es indiscutible, aunque sí son objeto de debate sus contenidos y las formas de llevarse a cabo. Deberían considerarse conjuntamente los tres propósitos de manera inseparable y completa. También deberían considerarse estos tres propósitos en relación con los valores positivos e ideales que se desean para los ciudadanos y la sociedad del futuro inmediato: comprensión significativa y relevante del mundo físico y social, pensamiento autónomo y crítico, participación responsable en la gestión de la comunidad, tolerancia, respeto, cooperación, solidaridad, etc.
  2. La acreditación y selección académica de los estudiantes: diversificación sociolaboral. Constituye una función más que discutible para la escolarización obligatoria. La formación básica y universal, por serlo, no tiene por qué estar sometida a la acreditación y graduación de estudiantes. El desempeño de esta labor quiebra el sentido indisoluble y completo de la primera función, dándose prioridad a una de ellas sobre las demás. Los méritos académicos personales podrían reflejarse sólo en la enseñanza voluntaria, aquélla en la que la educación ha perdido ya su condición obligatoria y universal, su carácter básico y fundamental y su sentido comprensivo.
  • La evaluación en la escuela siempre ha estado ligada y, por tanto, servido casi exclusivamente a esta segunda función, al reconocimiento institucional y público de un mérito académico personal. Por ello, el comportamiento interno de la evaluación en la escuela responde en gran medida a ese específico servicio que desempeña de cara al exterior. La función acreditativa de la escuela determina una cultura interna de la evaluación de tipo calificativo en la que se transforma el sentido de la enseñanza: el conocimiento es un producto de mercado y las finalidades educativas son objetivos instructivos. Se trata de una evaluación por y para los resultados que convierte el proceso de enseñanza y aprendizaje en un trayecto encaminado a la selección.
  • La primera de las funciones citadas de la institución escolar reclama una perspectiva de la evaluación propiamente pedagógica. Su finalidad y sentido son la solución de problemas curriculares y el ajuste entre la enseñanza y el aprendizaje, no la medición y tasación de los aprendizajes de los estudiantes y de las escuelas. Por ello, se propone:
    • Que la escolarización obligatoria tenga como único referente la función instructiva, socializadora, cultural y educativa de los estudiantes. La enseñanza obligatoria no debe cumplir una misión acreditativa. Por su carácter comprensivo, integrador, básico y formador debe estar exenta de titulación. La titulación introduce, quiérase o no, la cultura de la calificación en las escuelas.
    • La ausencia de titulación al terminar la educación básica y obligatoria; ello conllevaría la supresión de la calificación como valoración e información a la institución, a las familias y al alumnado de la experiencia cultural en la que éste participe.
    • La desevaluación cotidiana de la enseñanza: durante los procesos diarios de enseñanza/ aprendizaje, mientras transcurre la actividad escolar, no cabe hablar propiamente de actividad evaluadora, sino más bien de potenciación de los procesos de enseñanza/ aprendizaje:
    • Una didáctica que permita conocer los procesos de aprendizaje de los alumnos (las didácticas transmisoras no permiten descubrir los problemas de aprendizaje).
    • La corrección como práctica informativa, constructiva y formadora. No debe ser una práctica registradora ni penalizadora.
    • Considerar que el error es fuente de información personal. No hay criterios válidos y útiles para todos.
  • La evaluación debe ser una práctica reflexiva sobre las actividades escolares y las experiencias pedagógicas que se desarrollan en las aulas y en el centro por parte de todos los integrantes de la comunidad escolar.
  • La participación del alumnado supone un enriquecimiento de la reflexión sobre los procesos de enseñanza/aprendizaje que conduce a un beneficio pedagógico y constituye un principio de procedimiento para la práctica de la democracia como valor educativo. Para potenciar la participación del alumnado en la evaluación de la enseñanza y del aprendizaje, se propone:
    • Llevar a cabo procesos de autoevaluación del alumnado y de evaluación compartida profesorado/ alumnado.
    • Fomentar dinámicas de participación como las asambleas, foros de discusión pública (profesorado, alumnado y familias) sobre los asuntos relevantes, críticos o conflictivos del desarrollo de las actividades escolares, así como del funcionamiento y organización del centro, equipos docentes y agrupamientos para llegar a acuerdos y compromisos.
  • La información sobre la evaluación debe entenderse como la expresión razonada que realizan tanto el docente como el estudiante (y padres) sobre los procesos de enseñanza y aprendizaje. El informe puede constituir un procedimiento coherente de información ante un proceso cualitativo de evaluación. En él puede exponerse sólo lo más relevante del desarrollo con propuestas de solución o recomendaciones para los estudiantes, padres y profesores. Los destinatarios de los informes deberían ser, naturalmente, el alumnado, las familias y el profesorado.

EL PROFESORADO

  • La formación inicial del profesorado es insuficiente para las necesidades educativas que plantea una escolarización obligatoria amplia y comprensiva. Es preciso establecer una formación inicial más completa (licenciatura) y específicamente pedagógica para el futuro profesorado, que lo capacite para actuar en todos los tramos de la enseñanza obligatoria. La distinción de categorías docentes no responde a criterios pedagógicos ni formativos.
  • La formación inicial del profesorado debe entenderse como una formación reflexiva, analítica y práctica, en contacto directo y cotidiano con la realidad escolar (unión teoría y práctica en los contextos reales, tutorías prácticas, incentivación y experimentación pedagógicas, etc.)
  • La formación (inicial y permanente) y la práctica docentes deben entenderse en función de tres compromisos esenciales:
    • Compromiso con el conocimiento. El conocimiento no es un producto disciplinar, sino una construcción reflexiva que el profesor debe auspiciar en el aula de forma compartida. El interés del conocimiento reside en la comprensión del mundo en el que se vive y la manera ética de actuar en él.
    • Compromiso con el alumnado. La enseñanza es un sistema de comunicación y relaciones humanas en el que están presentes los valores sociales. La experiencia escolar es una experiencia cultural, social y política con los alumnos y las alumnas.
    • Compromiso con la sociedad. La escuela es un microcosmos social en donde se deben representar los valores ideales de la sociedad en constante interacción con ella. Crear experiencias significativas para la construcción crítica del conocimiento con la participación y la decisión de la comunidad escolar y social supone tener presente el deseo de querer lograr una sociedad más democrática, justa y solidaria.




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