domingo, 24 de julio de 2011

CARPE DIEM

Original publicado en 2006 en la revista Docudomia
Desde hace algunos años vengo incluyendo en el repertorio de recursos para mis clases de filosofía una película llena de lecturas. “El Club de los Poetas Muertos”. Quizás muchos de ustedes recuerden el argumento de este clásico de Peter Weir: Comienza el curso en el ultraconservador internado Welton donde “disciplina”, “obediencia” y “tradición” son los pilares educativos.
Rituales académicos, discurso inaugural del temible director Nolan ante toda la comunidad escolar, llanto de los alumnos más pequeños, reencuentro de los más veteranos. Todo está dispuesto para que, un año más, los chavales cumplan esforzadamente los sueños incumplidos de sus padres. Pero los chicos van a conocer al profesor Keating, con quien aprenderán que en el río de la vida nadie puede bañarse dos veces en las mismas aguas. Al grito de “Carpe Diem” (“aprovechen el instante, muchachos; hagan de sus vidas algo extraordinario”), los chicos se revelarán contra lo establecido, reivindicarán la autoría de su porvenir y buscarán voz e identidad propias.
Pero la historia acaba en tragedia: la asfixiante presión paterna sobre el frágil Neil Perry para que renuncie a su deseo de ser actor y se haga médico, empuja a éste al suicidio. El luctuoso suceso proporciona al sistema la excusa perfecta para despedir a Keating y borrar de Welton la huella de sus enseñanzas libertarias.
Quienes conozcan la película probablemente hayan dudado alguna vez sobre si será responsable último de la muerte de Neil Perry el imprudente Keating, por animar a ser y a pensar sin dogmas a un grupo de muchachos todavía incapaces de tomar las riendas de su destino. No negaré los riesgos de semejante pedagogía, pero en tiempos en los que la adolescencia es prolongada sine die por el timorato proteccionismo de los adultos, la grandeza del ideal moral que representa eclipsa, a mi juicio, cualquiera de sus potenciales peligros.

No hay comentarios: