domingo, 3 de noviembre de 2013

SEXO DÉBIL


Original publicado en la revista Basket Fem Noviembre 2013

En estos días de Octubre, en los que trato de llegar puntual a mi cita mensual con Basket Fem, dos acontecimientos abren las portadas de los informativos. El primero, la muerte de la piloto de Fórmula 1 María de Villota; el segundo, la concesión del Nobel de Literatura a la octogenaria escritora canadiense Alice Munro. Por singular, el triunfo social de una mujer suele despertar un inusitado interés, probablemente impulsado por la convicción de que para llegar hasta allí ellas habrán tenido que superar muchos y más difíciles obstáculos que sus homólogos masculinos. Al conocer estas noticias muchos de ustedes, al igual que yo, se habrán preguntado (retóricamente puesto que ambos sabemos de antemano la respuesta) por cuántas mujeres habrán recibido tanto el galardón de la Academia Sueca como la FIA Super Licence a lo largo de sus respectivas historias. Pues bien, desde 1901 solo 12 premios Nobel de literatura han sido mujeres; solo 7 mujeres han sido pilotos de Fórmula 1 desde 1927. Datos que se añaden a otros sobradamente conocidos, como el que indica que el número de mujeres que ocupan cargos directivos en España no llega ni al 15% del total , pese a que ellas suponen el 51% de los titulados superiores y el 44% de la fuerza laboral de nuestro país. También en el universo del balón naranja las estadísticas exponen la desigualdad real entre hombres y mujeres: solo 1/3 del total de licencias federativas expedidas en España en 2012 correspondía a jugadoras de baloncesto. Los hechos son testarudos y a pesar de que desde los púlpitos del poder se de por superado el problema de la discriminación por género (eso sí, al tiempo que se subvenciona con fondos públicos a centros privados que educan en aulas segregadas), la realidad es que, aunque formalmente iguales ante la ley, si una mujer quiere que la actividad que realiza adquiera relevancia y reconocimiento social tiene que desempeñarla muchísimo mejor que cualquier hombre. Más allá del convencionalismo legal aún no se han impuesto ni la lógica ni la ética de la igualdad entre hombres y mujeres.